Agave Criollo: agave que crece silvestre.
En las laderas de los cerros, donde las pendientes son pronunciadas, crecen de forma silvestre los agaves criollos “a la buena de la naturaleza”. Aquí el agua de la lluvia no se detiene, lo que provoca que la planta se estrese y madure más lento, produciendo una piña más chica pero de mayor sabor.
Al lento paso del tiempo -hasta 10 años después- toca el turno a los jimadores de Casa Siete Leguas, quienes al igual que los agaves, se enfrentan a los retos de la madre naturaleza realizando la jima de forma heroica entre las pendientes pronunciadas.
El fruto del agave -la piña- de la mano del hombre se transforma en este tequila de carácter único con el que celebramos los primeros setenta años de nuestra casa.
Gracias por ser parte de esta Celebración.
Fieles a nuestra naturaleza artesanal
Desde 1952
Primero,
Las Piñas de Agave Criollo
Son cocidas en pequeños hornos de piedra por 3 días.
El tiempo es factor clave, pues la lenta cocción ayudará a que el agave se ablande poco a poco permitiendo obtener así el jugo y sus preciadas mieles.
Después,
La Molienda
Para esta edición de aniversario, realizamos la molienda 100% en tahona, método utilizado en Casa Siete Leguas desde 1952 y hasta la fecha. La tahona es un molino de piedra con el que se aplasta el agave cocido para extraer su jugo, que a la vez se macera con la propia fibra del agave.
El Mosto,
se Fermenta
De forma completamente natural, reposando el jugo y la fibra del agave en tinas expuestas a las levaduras salvajes del medio ambiente de Casa Siete Leguas. El entorno rodeado de árboles cítricos y frutales es parte fundamental en el sabor y aroma de Siete Leguas.
Y finalmente
es Destilado
En pequeños alambiques de cobre con la fibra del agave. En Casa Siete Leguas realizamos la destilación en dos pasos: la primera, para obtener nuestro “ordinario” y la segunda, con la que se obtiene finalmente el tequila 100% de agave azul.